martes, 2 de febrero de 2010

Los lugares del centroizquierda. Dos para leer.




En línea con el post anterior, sugiero dos notas de Página/12 de hoy. Extracto algo, pero es bueno leerlas completas.
Tienen que ver con el debate de la centroizquierda, o de lo nacional y popular y el interrogante de como seguimos hacia adelante.

María Elena Nadeo:

¿Qué lleva a algunos sectores progresistas a enfrentar o a votar en contra del gobierno de Cristina Kirchner? ¿Es ilegítimo o políticamente incorrecto tener independencia legislativa y apoyar aquellas resoluciones con las que se acuerda profundamente y negar o impugnar aquellas otras con las que hay confrontación o disidencia? ...

Para el centroizquierda, o la izquierda popular, más precisamente, las opciones no son fáciles de recorrer. Hay una voluntad claramente explicitada de apoyar la institucionalidad democrática y popular, y de expresar diferencias y matices con muchas de las iniciativas gubernamentales. Se reclama el derecho a expresar públicamente los desacuerdos y de reservar autonomía para los debates más importantes.

El Gobierno nacional tiene una orientación progresista en lo que hace a las políticas de derechos humanos y a las políticas sociales en general, pero no admite disidencias y actúa sin consultar. ...

Aun valorando mucho de lo hecho, los resortes básicos de la economía, de los recursos naturales, siguen en manos del poder económico concentrado, la estructura política sindical reproduce los niveles de burocratización de décadas anteriores y la orientación de la reforma política consolida las estructuras tradicionales partidarias. El Gobierno se debate en los límites de sus contradicciones sin intentar plantear su propia superación.

Hay sectores progresistas y populares en un conjunto de expresiones políticas diversas. El último ejemplo histórico de confluencia de esos sectores fue el Frepaso. Ejemplo frustrante de esperanzadora construcción alternativa y, al mismo tiempo, de vacilaciones y subordinación a los partidos tradicionales y al establishment. Y la experiencia ominosa de la Alianza nos recuerda el espejo en el cual no podemos volver a mirarnos.

Tenemos que enfrentar a la nueva derecha expresada en el PRO y sus aliados, el peronismo disidente, en sectores conservadores que anidan en el Acuerdo Cívico y Social, entre otros.

El centroizquierda, la izquierda popular, no puede ni debe organizar ningún frente en común con la derecha. Tiene que tener independencia de criterios. Al mismo tiempo, una actitud progresista no admite incondicionalidades, ni ser cómplice mudo de procesos de corrupción o mal gobierno. Implica autonomía y acuerdos específicos en cada momento. Aunque esto signifique, a veces, quedar solos o coincidir coyunturalmente con quienes no tenemos acuerdos estratégicos.

Ocupar el espacio de la crítica positiva y pluralista no es sencillo. Desde la derecha se habla de crispación y se reclama mano dura, otras voces desde los sectores populares denuncian a rajatabla la corrupción que aflora en muchísimas expresiones de la política y de los gobiernos. La posibilidad de reflexión profunda y de construcción alternativa parecen utopías, el reclamo de diálogo y de construcción de consensos, en el estilo gramsciano, es visto como postura “floja” frente a la permanente pulseada con la derecha. Es necesario recuperar la capacidad de debate político transversal, y reagrupar a quienes desde muchos frentes sociales y políticos luchamos por las mismas convicciones y propuestas. La pulseada es muy fuerte. No volvamos a equivocarnos.

Sandra Russo:

Decía la prestigiosa socióloga Norma Giarracca, en una nota publicada el martes pasado en este diario en respuesta a una nota mía, “Lo destituyente”, que le costaba debatir con alguien que, presume, tiene sus mismas buenas intenciones. Se agradece el respeto, que es recíproco, pero también se aprovecha la ocasión. Es un buen momento para debatir entre quienes no queremos comernos los ojos. Finalmente, ésos son los debates que sirven, los intelectualmente honestos, ya que hay demasiado falso debate alrededor, demasiada cáscara de banana que encubre dinamita y no banana. Hay demasiadas poses periodísticas que encubren operaciones políticas, y hay algo que me angustia y sé que angustia a millones: estamos viviendo un altísimo grado de inseguridad informativa. Los medios concentrados están dando una batalla sucia, y del periodismo queda el decorado. Estamos siendo operados continuamente, ahogados en un clima de desánimo que todo argentino con memoria reconoce. Es el que montan para preceder la “defensa de las instituciones” acabando con ellas.

Yo planteaba en esa nota un tema que en cierto modo es tabú en el progresismo, y vuelvo a eso: hay un sector de centroizquierda, al que no le sustraigo ni un milímetro de su buena fe, que hace una lectura del kirchnerismo que es la que me parece oportuno cuestionar, en un ir más allá de los clichés y los slogans, pero también en la afirmación de otras lecturas que, en mi caso, no provienen de la estructura partidaria ni, desde luego, del interés económico.

...Si me pongo a pensar si el kirchnerismo implica una victoria sobre cada uno de esos aspectos, creo que en algunos sí, inequívocamente, como los derechos humanos, y en otros no. Al kirchnerismo no le atribuyo victorias, sino más bien ánimo de pelea. Desde que yo me acuerdo, en lo que viví y no en lo que soñé, éste es el período con más ánimo de pelea justa que recuerde. Lo digo, lo afirmo, lo firmo. No me quiero arrepentir de no haberlo hecho.

...Esos medios se complacen ahora en hacerles notas a los dirigentes de ese centroizquierda para que completen la demonización de “lo K” por el otro lado. Para acorralar. Si ganan, esos dirigentes, ese discurso tan límpido que ahora propugna no pagar la deuda se esfumará de las pantallas, como se han esfumado uno por uno los intelectuales y los dirigentes que no llegan a los medios con su correspondiente y obligada dosis de antikirchnerismo.

Yo no creo que defendiendo la democracia y, en consecuencia, defendiendo la gobernabilidad ahora se defienda al neoliberalismo, contra el que llevo años escribiendo, gritando, marchando y militando. Es más: finalmente, en este contexto latinoamericano, entiendo al periodismo esencialmente como una herramienta de militancia antineoliberal, y por eso esta respuesta. Porque de la nota de Norma Giarracca queda colgando la posibilidad de que quienes defendemos otras posturas que no demonizan “lo K”lo que estemos haciendo sea precisamente eso. O somos cínicos o somos idiotas. Y ni una cosa, ni la otra.


La foto la tomé de acá, que dicho sea de paso se puede leer también


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