jueves, 14 de julio de 2011

La personalización de la publicidad institucional



La personalización de la publicidad institucional: ¿la política del chancho o del que le da de comer?


Soy vecino por adopción de Resistencia. Pago mis impuestos, milito, vivo (y sobrevivo) en Resistencia. Quiero una ciudad mejor, no sólo para mí y para mis hijos sino para vecinas y vecinos, todas y todos, de Resistencia.

Es así que mi reflexión se refiere, principalmente, a Resistencia. Pero la motivación de mi crítica no sólo acontece en la ciudad, también ocurre en la Provincia, en otras ciudades y en otras provincias.

Todo parece indicar que la señora Intendenta no sólo nos hará pagar a los ciudadanos de Resistencia su propio proceso electoral de Octubre, sino que nos está haciendo pagar su propia campaña.

El uso de los recursos públicos para promocionar a un gobernante no es novedoso. Pero estos días asistimos a una parodia, vergonzosa, en Resistencia.

Aída Ayala:
- ha transformado en su color de campaña el color elegido para el Municipio (y viceversa),
- incorporó su cara en tamaño gigante, como una suerte de escudo municipal, a toda la publicidad oficial, igual que a la de su campaña
- incorporó grandes pantallas hermosas y costosas en la hermosa y costosa peatonal para que se difundan acciones donde sólo ella aparece
- imprimió costosos materiales con sus colores (de ella y la ciudad)con grandes fotos de ella e inexistente contenido informativo
- a sus caros contratistas recolectores de residuos les hizo implementar su color naranja
- contrató jóvenes mujeres a las que munió de apretadas calzas para distribuir sus materiales
- editó una gravosa revista de nombre “vecinos” (parece sólo dirigida a los hombres que habitamos la ciudad y no así sus mujeres) que difunde sus fotos (una cada trés páginas) y poco (o nada) información institucional.
- en síntesis, mimetizó su diseño publicitario de campaña con el diseño publicitario de la ciudad (ver foto)

Todo esto por ahora, sólo por ahora.

Nobleza obliga: la habilitación legal de tamaña incongruencia vino de una norma promovida por el propio Gobernador Jorge Capitanich. Pero eso no es suficiente para que vecinos y vecinas carguemos cual collar de sandías los gastos electorales de una Intendenta preocupada por su decadencia electoral.

¿Debemos aceptar pacientemente éste caro y antiético insulto a la inteligencia?