domingo, 25 de octubre de 2009

Milagro




Es especialmente interesante ver como los sectores mas conservadores reaccionan respecto de los movimientos sociales.
Aquí, la UCR hace su análisis: es blanco o es negro. Lo que no es radical es K. La falta de respeto a los movimientos sociales, el desconocimiento en muchos casos y la mala leche en otros abundan. Aún alguna dirigencia que podría no caer en la trampa conserva, apela a su propia ignorancia para despreciarlos.
No le perdonan a Milagro Sala su acercamiento a un gobierno. Su acción política.
Algo parecido hicieron con Luis D'Elia.
No creo que los Tupac Amaru sean fervientes adherentes al proyecto nacional. Adhieren a una política que los considera una parte, cuando no sea así seguramente serán los principales críticos.
Pero los sectores conservadores no perdonan la autonomía de los movimientos sociales, como no perdonan la autonomía de las organizaciones de ddhh. En realidad no perdonan su existencia, su reclamo permanente, su lucha, su luz de vigía.

Leemos a Luis Bruschtein :
Los movimientos sociales fueron surgiendo en los espacios que los partidos políticos no podían ocupar, a veces por su especificidad, a veces por incapacidad. Por una u otra razón, la llegada de los movimientos sociales al escenario de la política fue un aporte enriquecedor.
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La legitimidad de esos movimientos ya está escrita en sus historias y orígenes y los diferencia de los sellos de montaje oportunista o de los grupúsculos de laboratorio. Son agrupaciones que se manejan en un tema específico con el que entretejen y generan políticas. Su llegada al campo de la política fue recibida con aplausos, que en realidad ocultaban sorpresa y desconcierto. En función de sus temas, los movimientos intervinieron necesariamente en política, no como partido político, pero sí en la disputa por espacios y reivindicaciones. Entonces los aplausos se parcializaron: sólo aplaudían los que estaban de acuerdo con ellos y el desconcierto se fue transformando en inquietud.
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Esa es la mirada hacia los piqueteros por parte de un sector de la clase media. Como no son clase media, son diferentes, son indignos. ¿Quién los va a rescatar de esa indignidad? Las únicas herramientas que los piqueteros tuvieron para combatir el tráfico de droga en sus barrios, para organizarse para conseguir luz o alcantarillas, para hacer o arreglar escuelas, han sido esas organizaciones a las que ahora se pretende demonizar con la excusa de salvarlos para convertirlos en clase media.
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No se trata aquí de decir que la dirigencia social mea agua bendita.

Se trata de respetar a las organizaciones libres que desde su autonomía desarrollan acciones y políticas que muchas veces desde el propio estado no se impulsan.

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