domingo, 18 de agosto de 2013

Infinito y útil

El infinito (y útil) debate sobre la justicia



Esta semana Jorge Milton Capitanich descerrajó una de sus periódicas y espaciadas críticas al Poder Judicial chaqueño. El marco de esas críticas es su no tan convincente triunfo electoral, la creciente demanda en algunos sectores acerca de la inseguridad y, claro, la realidad de un Poder Judicial inútil a la demanda ciudadana (por orden de prelación en la preocupación del declarante).
JMC pateo el hormiguero, el viejo hormiguero que muy pocos quieren patear. Tranquilo, fue sólo una pequeña patadita que desacomodó estéticamente la tierra. Suficiente para la reacción del poder corporativo y para ayudarnos a pensar, por lo menos a pensar dado que la acción en la materia depende –por ahora- de un minúsculo grupo de elite al que no tenemos acceso.
Pensemos. 

Muy importante, casi el más importante 
El Poder Judicial es 1/3 (uno de los tres) poderes del estado. La libertad, los derechos y el patrimonio de los habitantes está en manos de los 3 poderes, pero claramente el judicial puede ser –lo es habitualmente- el mas poderoso.
Por ejemplo puede frenar –derogar en la práctica- una ley que los 32 legisladores, o su mayoría, sancionaron. O puede hacer ley una norma inexistente. Peor aún puede cambiar totalmente el sentido de una norma con su interpretación.
Igualmente, puede frenar una acción del Poder Ejecutivo, u ordenar la realización de una o varias en diferentes sentidos.
Todo ese poder en un Poder que además es contrafáctico a la voluntad popular, o por lo menos atemporal a ella en sus “mejores” momentos, dada la duración del mandato de los jueces –mientras dure su buena conducta y/o hasta la muerte en algunos casos- y la forma de elección que además contamina su origen. 

¿Cómo se construye el Poder Judicial? 
La cosa es así (léase en masculino y/o femenino): un legislador por la mayoría y otro por la minoría, un miembro del Poder Ejecutivo, dos jueces electos por sorteo –uno del STJ y otro del resto- y dos abogados elegidos por la matrícula.   
Ese es el poder que designa y juzga a los jueces. O sea, todo queda “en familia”, sólo 2 de 7 electos con participación popular –indirectamente-  y la rendición de cuentas ante la sociedad le cabe en el mejor de los casos sólo a esos dos.
Poder económico y/o poder político con un poco de ganas de moldear el Poder Judicial tiene la mesa servida. Los hubo, los hay. 

El Poder Judicial que se supo construir 
Está claro que su composición, mandato y forma de selección y remoción autonomiza al Poder Judicial. No lo transforma en independiente, lo autonomiza del pueblo, lo convierte en un Estado dentro del Estado y en un Gobierno dentro del Gobierno, con reglas propias que pueden o no estar escritas y pueden o no pertenecer al Estado de Derecho.
El proyecto más contundente, desde 1983 para acá, de moldear un Poder Judicial a su medida y/o de sus intereses  lo condujo Angel Rozas. Dentro de la autonomización y garantizándola armo su propio esquema de Poder judicial.
El primer obstáculo que tenía AR fue el armado de un STJ a medida y el mandato constitucional de concurso para llegar a él –incluido en la reforma de 1994-. La Gran Ángel fue ignorar ese artículo de la Constitución.
Además contó con la prolija asistencia y/o silencio de las representaciones gremiales abogadiles hoy alborotadas por la patadita al hormiguero de JMC.
Como actor de reparto de ese proyecto estuvo  además la “gente del gremio abogadil” del Partido Justicialista. La palabra reparto se puede interpretar en todos los sentidos posibles.
La irrupción de JMC en el 2007 hizo soñar con la ruptura de ese moldeo. Pero no. La falta de voluntad política transformadora en la materia del Gobernador y esa misma gente del gremio abogadil de su propio partido lo coopto.  La Gran Angel, con matices, continúa navegando. 

Un botón de muestra 
La anécdota no se difundió mucho. Pero es interesante.
Los vecinos autoconvocados por la seguridad organizaron una marcha al STJ, para hacer mas visible su reclamo y alertar sobre la inacción de los poderes del estado en la materia. La respuesta del Poder Judicial no tardó: llego con una orden de desalojo del propio Poder Judicial, aparentemente por “ruidos molestos”.
Una muestra del funcionamiento corporativo. La respuesta no es escuchar para solucionar, la respuesta es hacernos callar. 

Justicia y seguridad 
Convengamos que algunas veces se suele hacer demagogia cuando se abusa del término “puerta giratoria” o cosas parecidas. Me sonó un poco así lo de JMC, en especial cuando tiene sus responsabilidades en la materia.
 Generalmente se apela al poder de gestión –Ejecutivo- cuando se demanda seguridad y se enfatiza como sí fuera el único responsable.
Es cierto, la prevención y gestión de la seguridad demanda una marcada acción de quien administra un conjunto de servicios públicos que impactan sobre la seguridad. La educación, el acceso a determinados derechos sociales, el empleo, la presencia del Estado en el territorio, son elementos centrales –además de la policía- para garantizar seguridad.
Pero no debemos perder de vista que un Poder Judicial que funcione, que encarcele a los verdaderos culpables y libere a los inocentes, que atienda humanamente a las víctimas, que garantice el acceso de los sectores populares, que disminuya sus tiempos de gestión para ser realmente justicia, que investigue y por sobre todas las cosas priorice la justicia ante la impunidad  es INDISPENSABLE. 

La salida 
La salida es construir otro Poder Judicial. Con las buenas y buenos abogad@s,  y (l@spoc@s) buenas juezas y buenos jueces. Y especialmente con mayor presencia del pueblo.

Publicado en Diario Primera Línea del 18/08/2013

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